jueves, noviembre 30, 2006

Poemas japoneses a la muerte.

Estos poemas fueron el tema de una clase del año pasado, en Literatura Universal, y quisiera compartir algunos, aunque son muchos más los que tengo. Cada vez que los leo siento como si flotara...


ZOSO ROYO
Murió el quinto día del sexto mes de 1276, a la edad de 84 años.

He ponderado las enseñanzas de Buda
Durante 84 largos años.
Ahora las puertas se me cierran.
Nadie ha estado nunca aquí.
¿Quién es, pues, el que va a morir?
¿Y por qué lamentarse de nada?
¡Adiós!
La noche es clara,
La luna brilla, sosegada,
El viento entre los pinos
Suena como una lira.
Sin yo y sin otro,
¿Quién oye su son?

MUMON GENSEN
Murió el vigésimo segundo día del tercer mes de 1390, a la edad de 68 años.

La vida es como la neblina
Que exhala la gruta de una montaña
Y la muerte,
Una luna que flota
En su curso celestial.
Si piensas demasiado
En el significado de estas cosas
Estarás atado para siempre
Como un asno a su estaca.

GUDO TOSHOKU
Murió el primer día del décimo mes de 1661, a la edad de 85 años.


"Me río de mí. Después de 10 años de viajes y peregrinaciones, aquí estoy, llamando a la puerta del zen, con el bastón roto y el paraguas doblado. La enseñanza de buda es, en esencia, muy sencilla: si tienes hambre, come arroz; si tienes sed, bebe té; cuando haga frío, abrígate".

DAIGU SOSHIKU
Murió el decimosexto día del séptimo mes de 1669, con más de 80 años.


"Se clavan agujas en mi cuerpo debilitado, y crece el dolor. Esta vida mía, que ha sido como una enfermedad, ¿qué significa? No tengo en el mundo ni un solo amigo a quien abrirle el alma. En verdad, cuanto se ofrece al ojo es sólo una flor que alienta un día".

GOKU KYONEN
Murió el octavo día del décimo mes de 1272, a la edad de 56 años.





La verdad encarnada en los Budas
Del futuro, del presente y del pasado;
Las enseñanzas que recibimos de los
Padres de nuestra fe:
Todo está en la punta de mi bastón.

DAIRIN SOTO
Murió el vigésimo séptimo día del primer mes de 1568, a la edad de 89 años.


Me he pasado la vida afilando la espada.
Y ahora, cuando me enfrento a la muerte,
La desenvaino, y he aquí
Que la hoja está rota
¡Ay!

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